Se acerca una época, o estamos ya en ella, de agobios, papeleo. De evaluación. O de lo que yo llamo valoración del aprendizaje del alumnado.
Tenemos que empezar a valorar qué se ha hecho, qué ha hecho el alumnado básicamente. Qué han aprendido, cómo han evolucionado en la adquisición de competencias básicas. Y cómo podemos mejorar en nuestra práctica docente para conseguir mejorar el aprendizaje del alumnado, objetivo final ineludible de todo docente.
A todo esto muchos lo llaman evaluación. E incluso algunos, en un alarde léxico, hablan de postevaluación para referirse a las maravillosas recuperaciones. Todo un monumento surrealista a la incomprendida evaluación continua, ese misterio irresoluble parejo al de la Santísima Trinidad.
Incluso algunos lo reducen a la simple calificación. O clasificación. Parece que esto esta de #wertmoda.
Yo seguiré llamándole valoración del aprendizaje. Del alumnado y mio.
Gracias a Dios, seguimos siempre aprendiendo e intentando mejorar. Yo y mis alumn@s.
¿Y la nota?. Sí, hay que ponerla, pero es secundaria. Debe ser un reflejo de todo el proceso, no la referencia única y necesaria. No el objetivo. Y no puede ser una excusa para sólo calificar sin valorar.
Esto, por experiencia, da mucha tranquilidad es los momentos de agobio generalizado que nos esperan. O en los que ya estamos.
Totalmente de acuerdo. La nota, aunque necesaria en nuestro actual sistema, desvirtúa el trabajo realizado.
ResponderEliminarSe me pasó responderte. Gracias.
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