sábado, 16 de enero de 2016

MADAYA

Refugiados en su propio país. Pasando hambre en su propio país. Muertos de hambre en su propio país. No les ha hecho falta salir al incierto camino del migrante, a la aventura más trágica que se pueda tener: salir huyendo de tu país sin saber dónde acabarás. Ni cómo acabarás. Ni tus hijos, ni tus amigos, ni tus familiares. No los han dejado, no han tenido oportunidad. Son refugiados en su propio país. 

Son muertos vivientes que nos hacen mirar para otro lado. Que nos hacen pensar en lo ridículo y empequeñecido de nuestras presocupaciones y problemas. Que nos hacen ver la grandísima hipocresía de nuestro mundo opulento y egoista. Y que nos muestran la incapacidad que tenemos para solucionar problemas graves como este o, lo que es peor, que no interesa solucionarlo: son pobres en un país alejado, no son niños franceses, españoles, cercanos. No se hace, o no se ha hecho, todo lo que había que hacer. ¿Cómo hemos llegado a esto? 

Madaya no es más que un eslabón trágico de una cadena de catástrofes humanitarias o genocidios que hacen que nos avergoncemos de nosotros mismos. Muchos son desconocidos, se han quedado olvidados. No son agradables de recordar. Y puede que tampoco interesen desempolvarlos. Escuecen. Denuncian la inhumanidad del ser humano.

Por eso, vamos a desemplovarlos estudiándolos en 4º de ESO en el proyecto: ELIGE TU GENOCIDIO.en el que utilizaremos el hashtag #TuGenocidio.

Para no olvidar. Para que la historia llegue al alma.

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