Continuando con el análisis del curso en el centro, corresponde a esta segunda entrada recordar el tercer trimestre que ha estado marcado por la actuación prioritaria desarrollada por el Servicio de Inspección desde el 9 de mayo al 18 de junio.
Todo empezó cuando el nuevo inspector me empezó a pedir por correo electrónico muchos datos sobre resultados de cuatro cursos atrás (porcentajes de aprobados, tasas de promoción, idoneidad, titulación y absentismo) debido al inicio de la actuación prioritaria sobre los resultados académicos. En principio, la sorpresa fue mayúscula puesto que normalmente, hasta ahora, esas actuaciones duraban todo un curso y ésta iba a empezar en mayo. Pero la sorpresa fue mucho mayor cuando el día fijado no se presentó sólo nuestro inspector sino que venía acompañado de otros tres inspectores del equipo (entre ellos, su jefe) y nos explicaron lo que pensaban hacer durante algo más de un mes. Yo mostré mi sorpresa y, reconociendo que eran sus funciones y que consideraba que el centro no tenía nada que temer de un análisis de ese tipo, expuse mis quejas por no habernos informado bien de en qué iba a consistir la actuación.
Lógicamente la sorpresa se
multiplicó a la enésima potencia cuando el profesorado se fue enterando del
asunto. Esta sorpresa, la falta de costumbre de una evaluación externa de
nuestro trabajo en el aula y la sensación, de algún@s, de estar en entredicho profesionalmente,
crearon un malestar importante en el claustro. Ese malestar se fue limando con
el tiempo: el profesorado se fue acostumbrando y la actuación se fue
atemperando (hubo un inicio algo frenético y después las actuaciones se
desarrollaron más progresivamente).
El problema ya no era tanto el
centro, como los rumores sobre qué es lo que estaba pasando en el Virgen del
Castillo, que se extendieron por toda la comarca (incluso una directora de un
centro de Utrera, de la que fui su tutor en su proceso de prácticas de dirección,
me comentó algo en una reunión que tuvimos en Sevilla).
El motivo de todo este revuelo creo
que viene por la novedad del nuevo
sistema de evaluación de centros, que en resumen y para entendernos es: muchos
inspectores en un centro en poco tiempo con el objetivo de hacer una cata de su
funcionamiento didáctico y poder presentar propuestas de mejora. Y como
ha sido la primera vez, pues todo el mundo estaba un poco asombrado y
haciéndose preguntas como estas: ¿por qué en nuestro instituto?, ¿por qué a mí?,
¿nos tocará a nosotros después?, ¿qué habrán hecho en ese instituto para que
les investiguen así? De hecho, a mí me las han hecho profesor@s de otros
centros de Lebrija y de otras localidades, como hemos visto antes.
Cuando uno les explica, a
propios y extraños, los motivos: que no se hacía una evaluación externa del
centro desde hace mucho tiempo debido a la situación de nuestros inspectores
anteriores y que era un centro que no iba a plantear muchos problemas por cómo
funciona y podía servir de referencia para esta experiencia y por tener, la
sensación que quedaba era de que el interlocutor pensaba: sí, bueno, pero…algo habrá.
Después de explicar un poco lo sucedido,
quiero dejar claro, en primer lugar, que este tipo de actuaciones me parecen
perfectas y muy recomendables y deben servir para despertar del adocenamiento a
much@s docentes y muchos centros, para que, al mejorar el proceso de enseñanza,
mejore la formación y el aprendizaje de nuestro alumnado y para acercar a la
inspección a la realidad, diversa y
acrisolada, de los centros educativos de secundaria. Creo, también, que
el modelo nuevo que se ha comenzado a experimentar para pulirlo y utilizarlo en
la evaluación de los centros es muy válido y muy útil. Pero, también, he de
decir, desde mi humilde opinión y con la
experiencia de 16 años en equipos directivos, que se debería hacer de otra
manera, explicando al principio (y no al final como en este caso ante el ETCP y
los demás jef@s de Departamentos) qué se piensa hacer, cómo se va desarrollar y
cuáles son los motivos de la actuación. Porque si no puede quedar esa sensación
de “sí, bueno, pero…”, y algo, que debe ser entendido como algo
muy positivo para l@s docentes y los centros, pueda entenderse de manera
negativa.
Por una parte y como es de
recibo, esa actuación tensó un poco el ambiente en el centro, pero por otra,
relajó el ambiente siempre tenso de final de curso. A esta relajación final
contribuyeron los buenos resultados generales obtenidos en la evaluación
ordinaria que siempre son una satisfacción para toda la Comunidad. Así, por
ejemplo, titularon 90 alumn@s de 2º de bachillerato (el 82 %) y 82 alumn@s de 4º
de ESO (el 84,5 %).
El curso terminó como siempre
con la entrega de reconocimientos en la Sala de Conferencias, la Clausura en el
Teatro Juan Bernabé y la Cena Final de convivencia en el patio interior del Centro.
En resumidas cuentas, y siempre
bajo mi punto de vista, un buen año, relativamente tranquilo, con buenos
resultados, con una experiencia de programación docente muy motivadora y con un
sobresalto final, que es más sobresalto por lo inesperado y por la novedad, que
porque haya sido un susto del tipo “ya me
han pillao”. Queda, por tanto, la tranquilidad y la satisfacción del
trabajo y la dedicación que, al final, ofrece resultados.
Queda una propina que dejaré
para otra entrada: 13 días de julio. Y no es una película.
Como bien dices, el esfuerzo, la dedicación y los resultados son la gran satisfacción de un trabajo bien realizado.
ResponderEliminarEnhorabuena por ello, compañero, y adelante con tu buen hacer.
Feliz verano después de esos 13 días de julio!!
Pilar
Pues muchas gracias, Pilar. La verdad es que se agradece tener buenos resultados después del trabajo realizado. Y lo del verano, o lo que queda de él, seguro que será bueno.
EliminarPues muchas gracias, Pilar. La verdad es que se agradece tener buenos resultados después del trabajo realizado. Y lo del verano, o lo que queda de él, seguro que será bueno.
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