Por mucho que se intenta, la participación de las familias en las elecciones a los Consejos Escolares, salvo por novedades como el voto electrónico en algunos centros, es bajísima, rondando, si acaso, el 10 %. Pero si uno lo piensa bien, ¿de qué nos extrañamos? Si las familias no sienten el centro como algo propio, si piensan que su participación no va a valer para nada, si apenas acuden para otras cuestiones o actividades; ¿por qué van a venir una tarde a votar? Nos rasgamos las vestiduras porque no vienen una tarde al año con el trabajo que cuesta montar todo el operativo de las elecciones (junta electoral, sorteos de las mesas, propaganda, etc., y miles de fotocopias). Si a eso añadimos un cierto desánimo social, una tendencia continuada a no asumir responsabilidades y a delegarlas, el resultado no puede ser muy distinto del que tenemos.
¿Se les pide opinión para asuntos importantes?, ¿Se trabaja de manera continuada con ellas durante todo el año?. Hay que intentarlo, digo lo de contar con ellas. Si no, la educación de nuestro alumnado estará coja, será incompleta...por eso de la tribu más que nada.
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