Me planteó la Asociación
Redes, dentro de las actividades programadas por la Fiesta de la Historia,
participar en una mesa redonda sobre si la historia enseñada forma ciudadanos.
Mi planteamiento, que resume mi intervención en esa mesa, sobre ese aspecto gira alrededor de tres cuestionamientos y una
propuesta.
La primera cuestión es qué sociedad queremos y qué sociedad
reconocemos. Podemos reconocer una sociedad de tipo industrial, donde el
conocimiento es monopolio de una minoría de “expertos”, con valores sólidos y
seguros o otra completamente diferente que ha ido surgiendo en la
postmodernidad y que es digital, la sociedad del conocimiento expandido y
colectivo y donde predomina la incertidumbre dentro de una sociedad líquida.
Según qué sociedad reconozcamos, podremos enfrentarnos a los retos que nos
ofrece y plantear de manera mucho más objetiva y real, la sociedad que queremos
y cómo tendremos que orientar a nuestros aprendices para que se desenvuelvan de
manera competente.
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En segundo lugar, tenemos
que plantearnos qué ciudadano queremos formar. Podemos optar por un ciudadano
sumiso y obediente al sistema, con valores seguros y homogéneos y roles seguros
o podemos intentar formar personas críticas, autónomas, activas y que sean
capaces de adaptarse a los cambios rápidos a los que se va enfrentar. Sobre todo porque no tenemos ni
idea de cuáles serán esos retos.
Finalmente, nos tenemos
que cuestionar qué historia enseñar.
Una historia triste, aburrida dominada por el libro de texto y el currículo,
que aparece lejana e irreal o podemos plantear una historia pegada al contexto,
a la actualidad, a las personas; una historia sentida, vivida y donde el
alumnado se convierta en protagonista de su presente para comprender su pasado.
El alumnado debe “meterse en el pellejo” de los problemas actuales y de los
pasados para vivirlos y sentirlos. Para que reconozcan que la historia no es
algo que sólo está en los libros sino que es algo que le ocurrió de verdad a
personas de verdad.
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Y la propuesta. El alumnado debe entender la historia como algo vivido y
sentido, debe ser protagonista de su aprendizaje y de su historia porque la
historia enseñada debe servir fundamentalmente para poder interpretar y poder
explicarse el mundo en que vive. Por eso, debe trabajarse con propuestas
didácticas y metodológicas activas: proyectos de aprendizaje, debates sobre
temas actuales y su relación con el pasado, aprendizaje servicio, etc. Si, desde
este punto de vista, el alumnado debe ser protagonista de su
aprendizaje, tenemos que conseguir que el alumnado sea protagonista también de
su historia. Para entenderla. Para cambiarla.
HOla. tu aportación y reflexión, como todos los temas que planteas, fue fabulosa. Te secundo en que el alumnado debe ser protagonista del aprendizaje de su historia... seguimos en contacto
ResponderEliminarGracias.
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