Ha pasado mucho
tiempo, incluso l@s organizador@s han estado evaluando este fin de semana el #EABE12
y se ha empezado ya el camino del #EABE13. Pero me quedaba una entrada
de la serie que tenía pensada después de volver de Carmona. Esta que aquí tenéis
y que está pensada desde el contraste de lo visible y lo invisible, de la ilusión
y de la realidad, que perfectamente puede enlazar con la idea de isla de la primera
entrada de esta serie.
Cuando volví de Carmona,
lo mismo que cuando vuelvo de sesiones de formación o capacitación en otros centros y en
otros CEP,
tenía una sensación extraña. La sensación de que hay una serie de docentes capaces,
en los tiempos que corren (o, a lo mejor, precisamente por ello) de hacer lo
que todos vimos allí (o de formarse para hacer las cosas mejor) y de plantearse
nuevos retos y de pensar en la educación como algo integral, que tenga en
cuenta como eje de actuación la Comunidad Educativa en su conjunto y no sólo el
punto de vista, gremial y obtuso de un sector. Todo esto podemos considerar que
es lo invisible, porque es lo que menos se ve, lo que menos sale a la luz de
nuestras escuelas, aunque es cierto que cada vez menos, frente a lo visible que
es el día a día de un centro educativo, con sus rutinas, sus tradiciones, sus problemas,
que es lo que observamos con más claridad en nuestro trabajo.
Además, esa sensación
se acrecienta porque ves interés, ilusión, colaboración, cooperación, horizontalidad,
#emotionware y te planteas que se puede avanzar, que hay gente dispuesta, que
hay gente valiente, que hay gente…con el espíritu eabe. Y entonces, ves
posibilidades, proyectos, cambios metodológicos, etc., etc. Sin embargo,
vuelves a tu centro y se reanuda la cruda realidad: “esta gente no estudia”, “yo
no tengo porqué resumir, porque los libros ya vienen muy resumidos”, “yo ya
hago bastante”, “para qué tengo que programar unidades didácticas por
competencias si el libro me lo da hecho”…o que te plantean que “como no todo el
mundo tiene la misma visión de lo que es la educación no se puede hacer nada y que
no puede haber acuerdo en qué hay que hacer”.
Te encuentras con la
otra cara de la moneda, con docentes agobiad@s, perdid@s, desilusionad@s,
incapaces de verle sentido a la labor que están realizando porque, según ell@s,
el alumnado no les responde, la ratio es muy elevada o las familias no
colaboran y sus expectativas de enseñanza se van al traste, porque, realmente
centran su esfuerzo en la enseñanza, no en el aprendizaje. Es decir, piensan en
lo que creen que tienen que enseñar (porque es lo que han hecho siempre y porque
siguen el libro de texto) y no en lo que el alumnado debe aprender. Esa es la
principal causa de de la frustración de much@s docentes.
En definitiva, y para
no alargarme mucho más, que la realidad y la visibilidad es una cosa y la
ilusión y lo invisible (o menos visible) es otra. Pero, aunque seamos
relativamente poc@s, es bien cierto que cada vez somos más, que cada vez
tenemos más encuentros como los eabe, que nuestra ilusión es mayor, si cabe, al
encontrar la horizontalidad y el espíritu colaborativo frente a la amargura y
la frustración y que no desmayaremos hasta impregnar de este entusiasmo a
aquell@s que quieran imbuirse de esta forma de entender la educación.