Volviendo. De un gran fin de semana. De unas extraordinarias jornadas. De #JEspiBase. Cuando vi la convocatoria en Twitter pensé que podía ser una buena oportunidad para un nuevo reencuentro, para nuevas desvirtualizaciones y, como siempre, para el aprendizaje. Nunca me imaginé que mis perspectivas se iban a quedar tan cortas.
Como en todos estos saraos, podemos distinguir la visión formal de las propias jornadas, en el que me detendré más adelante, del aspecto informal, del emotionware. De compartir ideas, ilusiones, experiencias, anécdotas en un ambiente distendido. De las jornadas de barra y conversacion. En este aspecto, este encuentro, como casi todos, ha sido fantástico intenso y reconfortante. La tribu que formamos seguimos despidiéndonos "hasta el EABE, por lo menos". Y es que, al fin y al cabo, estamos trasladando el espíritu EABE a todos estos encuentros. Porque abril todavía queda muy lejos para nuestras cabezas. Y, sobre todo, para nuestros corazones.
Desde el punto de vista formal, las jornadas han sido muy completas. Una mañana dedicada a plantear una primera visión general sobre los cambios educativos que demanda la sociedad del siglo XXI, con Manuel Aréa y Juan Núñez, que podemos resumir en varias ideas claves: el concepto de "homo digitalis" que nos refiere la existencia de un tipo de aprendizaje diferente, la realidad palpable de una sociedad líquida y transparente que necesita un modelo educativo distinto que forme para la incertidumbre y no desde la seguridad, la necesidad de acercarnos al alumnado y no alejarnos de él y, como consecuencia de todo lo anterior, la necesidad de unas nuevas competencias docentes: recopilar materiales y recursos, detectar los talentos del alumnado, diseñar escenarios de aprendizaje y actividades, dinamizador y con inteligencias múltiples.
Posteriormente, las intervenciones de José Antonio Fraga, José Luis Castaño, Ana Rico e Inma Contreras, Mertxe Badiola y del equipo de #yosoyrobot, con Mercedes Ruiz a la cabeza, nos mostraron la cantidad de cosas que se hacen y que se comparten. Porque tenemos un problema grave para el avance y el cambio en la educación española: se hacen muy buenas cosas y se comparten cada vez más, pero queda mucho por descubrir porque no estamos acostumbrados a mostrar nuestro trabajo. El complejo del "aula cerrada" se traslada a la red, al mundo digital.
Después de la odisea, para anécdota, del almuerzo, nos tocaba a Ángel Alsasua, que nos mostró su vibrante y magnífico proyecto que nos emocionó a todos, y a mi para presentar el proyecto Exilio Andaluz que ya he descrito en otra entrada. Posteriormente, los talleres. Siento confesar que no participé en ninguno porque nos fuimos a dar una vuelta por la capital. Había que aprovechar y diversificar el tiempo. Por lo comentado y por los y las responsables de los mismos sé perfectamente que fueron todo un éxito y los asistentes aprendieron mucho. Finalmente, las conclusiones al vuelo, sorteo predestinado de un iPAD (¿verdad, AdelaIPAD?) y nueva ronda de vermuts, cervecitas, pinchos y, sorprendentemente, kebabs.
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