Se lleva tiempo hablando del fracaso de Escuela Industrial, de la escuela que fomenta la homogeneidad y para la que la diversidad es sólo un estorbo molesto que impide una normalidad ideal, que como tal, está muy, muy alejada de la realidad y que, además, coarta y limita la creatividad y la diferencia.
El otro día, en la chococharla lebrijana, uno de los asistentes (antiguo alumno, periodista y estudiante de magisterio) utilizó el termino molde para referirse a que la Escuela, como institución, tiene uno y todo el que no entra por él tiene problemas. Es disruptivo, es TDAH y/o tiene un altísmo porcentaje de posibilidades de salir de la institución tras pasar por innumerables conflictos que refuerzan en los demás la idea de que lo que le pasa es que no entra por el aro y que por ello no tiene sitio o está condenado al fracaso más absoluto, Cuando esto pasa con alumnos de 16 años puede tener más explicación, pero es que está ocurriendo con alumnos de 5 ó 6 años, y eso es muy grave. Habla muy mal de nuestra Escuela y, sobre todo, de las sociedad en la que nos desenvolvemos.
Por otra parte, en la kedada de Sevilla de este fin de semana de profesores de música a la que acudí, se habló de creatividad, de cambiar esa Escuela industrial por una Escuela más creativa que valore más la diversidad que la homogeneidad. Hay necesidad de cambio, De acabar con el molde y que no haya que pasar por el aro, sino, simplemente, aprender.
Pero, claro, está el currículo (o los libros de texto que no es ni mucho menos lo mismo), las asignaturas, el horario cerrado e inflexible, los intereses de cada materia y de sus profesionales. Y es casi imposible cambiar esto. Y enlazando con esto: sí, también está la indefinición ¿calculada? de las administraciones, la ratio elevada, algunas familias con las ideas poco claras sobre lo que es educación, alumnos acomodados y resignados. Condicionamientos que no ayudan a pasar a la escuela I+D+i, a la escuela postindustrial, líquida y digital.
Sin embargo, durante estos últimos cursos, en la práctica diaria de aula, he visto cómo el alumnado puede elegir, decidir, crear, investigar, dudar, preguntar cómo hacer las cosas e ir a ritmos diferentes para conseguir el mismo objetivo. Y no pasa nada. Podemos ensanchar el molde y aumentar el diámetro del aro.
O mejor, olvidarlos para siempre, Arrinconarlos en el "cuarto oscuro" o mandarlos al "rincón de pensar".
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