¿Y AHORA, QUÉ?

Se acabó una etapa. Larga. Intensa. Fructífera en algunos, muchos, momentos. Frustrante en otros, los menos. Y ¿ahora qué? Lejos de tópicos, que sobre todo califican a quienes lo piensan porque sería la salida que tomarían ell@s, no me voy a la Inspección, ni a la Delegación, ni al CEP. No me atrae para nada la labor de inspección, ni la más burocrática de la administración educativa, ni la algo más atractiva de la formación docente, que sí dejo abierta para más adelante. También he valorado cambiar de centro, pero no me ha parecido razonable. Sigo en el Virgen del Castillo, donde llevo nada más que 26 años. Es mi centro. Para lo bueno y para lo malo.

Como ya he dicho en otra entrada de esta serie, vuelvo al aula. Bueno, mejor dicho, continúo en el aula, pero a tiempo completo. Es lo que más me llena y es lo que más me apetece. Especialmente, para trabajar con los gupos más complicados. Esos que algun@s, haciendo gala de su gran profesionalidad, llaman grupos "malos". Me gustaría también tener una tutoría de esas que también llaman "difíciles" para trabajar codo con codo con las familias. Y disfrutar del aprendizaje en común con el alumnado, con las familias y, espero que, con el profesorado.

Tengo la sensación de haber soltado una losa de gran peso. Un lastre que estaba soportando por inercia y, seguramente, sin necesidad. Tengo una gran sensación de alivio y tranquilidad.

Porque los tiempos están cambiando. Porque los tiempos han cambiado. Porque la Escuela también debe cambiar. Y debe darse prisa. Para recuperar su papel central en la formación de nuestra juventud.

Por mi parte, compartiendo aprendizajes en el aula, voy a intentar ayudar para que ese cambio educativo sea cada vez más real. Me gusta el reto. Y mucho.

Y ya nos os canso más. Hasta aquí la serie. #QueTiroPaAulablogNiño.