Mañana, más bien el martes por la feria de Lebrija, comienza un nuevo curso. Durante muchos años he cargado con una mochila que solté el curso pasado. Y me fue bien.
Cuando uno, durante muchos años, carga con algo con lo que no puede, porque pesa mucho o porque, aunque ligero, puede frenar la marcha o porque ya es uno incapaz de cargar con nada ante la estrechura del camino, debe soltar el peso, sea más liviano o pesado, y seguir hacia adelante.
Durante este verano, además, colaborando y participando en diferentes ámbitos y sitios, he confirmado que es mejor seguir andando sabiendo cuál es la meta que esperar a no se sabe muy bien quién para llegar a no se sabe bien dónde.
Sé perfectamente que al dejar la mochila no se van a conseguir ciertas cosas, pero es que llevándola tampoco me aseguro llegar a ciertas metas.
Por lo tanto, empiezo este curso también ligero de equipaje, sabiendo que en ese camino te acompañan muchos docentes que sin lastrarte, te ayudan, te aconsejan, colaboran, comparten y agradecen tus ideas y aportaciones.
Cuando no se puede de una manera, hay que intentar otras. No hay fracasos, sino falta de voluntad y de ideas. Y a mi, al menos, no me falta de la primera. Por lo tanto, a disfrutar de un gran curso. Estamos en el camino.
Ligero de equipaje.
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