Es cierto que estamos en un momento muy difícil, muy tenso, que agrieta el contrato social en el que se basaba nuestra convivencia como sociedad occidental y avanzada. No es menos cierto que la desesperación por la situación actual y por la falta de perspectivas hacen posible brotes de protesta, de rebelión, de rechazo de lo que ocurre o se piensa que pueda ocurrir. Porque lo contrario sería antinatural y, mucho más, si hablamos del futuro de nuestra juventud. y tampoco hay que despreciar la utilización de este descontento por intereses poco claros (o muy claros, según se mire).
¿Y la respuesta a esto debe ser la violencia, la represión? ¿POR QUÉ?, ¿PARA QUÉ?
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