Faltan detalles, e importantes, pero, aunque puede resultar algo frívolo y precipitado, quiero manifestar que las propuestas educativas del gobierno son, en mi humilde opinión, una VERDADERA CHAPUZA, desde el punto de vista legal, social y hasta educativo. Y me explico. Desde el punto de vista legal, no veo muy bien pensada la solución de ese año fantasma que es obligatorio y postobligatorio a la vez. Socialmente, porque insiste en la imagen de que con los cambios de gobierno hay cambios educativos (debo confesar que en este último caso muy cosmético y poco real y, seguramente muy poco efectivo).
Y, sobre todo, educativo. Por muchos motivos. El primero, por la falsa, ridícula y surrealista polémica de la Educación para la Ciudadanía, una asignatura más simbólica que importante (una sola hora en toda la secundaria obligatoria) y fruto de prejuicios ideológicos. El segundo, porque, efectivamente, hace falta otro año de bachillerato, pero no por abajo como nos quieren vender, sino por arriba, porque de esa manera aumentaría la formación específica y se mantendría la formación más o menos común (porque hay que reconocer que los itinerarios de 4º de ESO ya separaban al alumnado, pero con la conciencia del título común). Ese año hace falta para asentar conocimientos, estrategias de aprendizaje y competencias en el alumnado para enfrentarse a la Universidad o al mundo técnico especializado, para "tranqulizar" al alumnado y al profesorado, porque en dos años se concentra tanto contenido que el primero no asimila del todo bien casi nada de lo aprendido. El tercero porque, si no se define bien y se ofrecen caminos de retorno que permitan filtros entre opciones, se va hacia un sistema más segregador.
Y propuestas, que no todo va a ser quejarse. Propuestas desde el sistema educativo, no desde fuera de él, que no depende, totalmente, de la estructura institucional (familias o instituciones, por ejemplo)
La primera, reforzar y potenciar los PCPI, como salida socio-educativa para el alumnado con problemas de adaptación al sistema más "académico".
La segunda, prestigiar la Formación Profesional, con verdaderas salidas formativas y laborales. Parece que ese es el camino en el que todos coincidimos.
La tercera, una formación inicial y permanente del profesorado atractiva, que fomente el trabajo colaborativo e integrador y que provoque cambios metodológicos dirigidos al desarrollo de las competencias básicas, de la metodología 2.0 y para procurar mejores condiciones para una verdadera atención a diversidad e inclusión.
Y la cuarta. Para todo eso hacen falta recursos y en época de crisis, recortes, o lo que sea, más. Como bien nos están diciendo, hacen falta sacrificios y medidas drásticas. Por eso pienso que una medida de ese tipo sería, qué duda cabe, que se cortaran las subvenciones a los centros concertados y que esos fondos públicos se dediquen a reforzar la educación verdaderamente pública.
Suerte. Y, sobre todo, trabajo, ilusión y esperanza en lo que hacemos o, al menos, intentamos hacer.
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